Integrantes de Teología UC relatan su experiencia en el Jubileo de los Trabajadores en Roma
En el marco del Jubileo de los Trabajadores, celebración a la que invitó la Iglesia Católica en Roma, 54 administrativos y profesionales de la comunidad UC vivieron una experiencia única de fe y esperanza. Conoce los testimonios de tres integrantes de Teología que vivieron una experiencia que comenzó como una peregrinación y terminó siendo un viaje al corazón de la Iglesia.

“Agradezco esta experiencia, tanto en lo personal como en lo espiritual. En lo espiritual, siento que estoy al debe tremendamente, que cuesta no emocionarse. ¿Por qué? Porque uno cree ser creyente, cree ser católico. Pero estamos muy ‘al debe’ en nuestra fe, por lo menos yo lo veo así desde mi punto de vista”. Con esas palabras, Claudia Zúñiga, asistente de limpieza de la Facultad de Teología, resume lo que fueron 12 días de recorrido por Roma y otras ciudades. Fue una peregrinación espiritual, en el marco del Jubileo de los Trabajadores que celebró la Iglesia Católica en El Vaticano. Y así lo sintió ella: como un tiempo profundamente espiritual.

El recorrido realizado por 54 administrativos y profesionales de la UC, ofreció un espacio de crecimiento espiritual y comunitario. Desde la Facultad de Teología, participaron en esta experiencia Claudia Ulloa, administrativa, Claudia Zúñiga, personal de aseo y Daniela Espinoza, administrativa de la Biblioteca de Teología.
“En lo espiritual, me ha enriquecido tremendamente, necesito transmitir todo, todo lo que viví, cada segundo, cada minuto. A tal punto, que de repente las lágrimas caían solas de mi rostro, pero no era pena, era felicidad. Era tanta maravilla, mi corazón está llenito, llenito de tantas emociones. En lo espiritual ya no soy la misma persona. Obviamente que ya no soy la misma persona”, enfatizó Claudia Zúñiga.
“Esto va a ser un legado para mis nietos y los hijos de mis nietos, si así lo permiten, o los que vengan detrás mío, eso es lo que pretendo. Pretendo que esto no quede conmigo acá. Que sean partícipes todas las personas que se puedan cruzar en mi camino”. Siento que fue literalmente un regalo de Dios y que hubo muchos ángeles que intercedieron para que este regalo se hiciera concreto en mi vida”, concluye Claudia.

54 compañeros de peregrinación
El Pbro. Jorge Merino R., Capellán Mayor UC, acompañó al grupo jubilar y cuenta que los encuentros previos fueron muy relevantes para el fruto que dio esta experiencia. “Sirvió mucho la preparación que hicimos antes de partir. Nos ayudó a conocernos, a vernos, a generar un ambiente de apertura y fraternidad, que fue fundamental durante todo el camino”, recuerda.
Y ese ambiente fue creciendo. Desde el primer momento, se gestó una comunidad viva y acogedora. “Nos embarcamos 54 personas desconocidas y volvimos 54 compañeros de peregrinación, 54 amigos”, afirma. Los momentos de espera en aeropuertos, los traslados largos, las comidas compartidas y la oración en común, generaron vínculos profundos entre personas de distintas unidades y estamentos de la universidad.
Es primera vez que una delegación de personas que trabajan en la universidad asiste como delegación a la Santa Sede en el marco de una celebración jubilar. La visita es promovida por la Dirección de Pastoral y Cultura Cristiana UC y cuenta con el apoyo de la Rectoría y la Dirección de Personas.
Uno de los momentos más significativos fue la peregrinación jubilar desde Castel Sant’Angelo hasta la Basílica de San Pedro. “Fue muy impactante. Recorrimos la Vía de la Conciliación con la Cruz del Jubileo al frente, rezando, cantando y meditando en comunidad. Cruzar esa Puerta Santa fue una experiencia de profunda emoción espiritual”, comenta.
Además de la Basílica de San Pedro, los peregrinos cruzaron otras tres Puertas Santas: Santa María la Mayor, San Pablo Extramuros y San Juan de Letrán, participando de la gracia jubilar que concede el Año Santo. También visitaron muchos templos jubilares a lo largo de la peregrinación.
Una visita inolvidable
La peregrinación se realizó justo durante los días de los funerales del Papa Francisco. Los peregrinos tuvieron la oportunidad de visitar su tumba en la Basílica de Santa María la Mayor, justo unos días después de su funeral.
“Fue sobrecogedor. Su tumba era muy sencilla, con una pequeña cruz, tal como él lo pidió. Ese signo de humildad nos impactó. Reflejaba fielmente su estilo de vida y su testimonio evangélico”, cuenta Jorge Merino.
Esa visita, en medio del ambiente particular de la “sede vacante” -periodo de transición entre el fallecimiento del papa, en este caso, y la elección de uno nuevo-, generó una conciencia de pertenencia a la Iglesia universal. “Aunque no pudimos encontrarnos con el Papa como estaba planeado, vivir esos días en Roma, orando por la Iglesia y por su futuro, fue un privilegio y una responsabilidad”, añade.
Una peregrinación que tocó la vida entera
“Esto no fue un viaje, fue una peregrinación. Y fue una peregrinación marcada por la gracia jubilar”, dice con convicción el Capellán Mayor.
En cada misa, en cada santuario, en cada silencio vivido, Dios fue actuando. “Uno podía ver cómo el Señor tocaba los corazones. A través de las oraciones, pero también en las conversaciones, en los momentos comunitarios, en los momentos compartidos”, relata.
Para muchos, fue un reencuentro con Dios y con la Iglesia. Para otros, un nuevo punto de partida. Algunos sintieron la necesidad de profundizar su vínculo con el Señor. En todos los casos, fue una experiencia que transformó la vida entera de todos quienes pudieron participar en esta peregrinación.
Caminar con esperanza
“Se cumplieron al ciento por ciento los objetivos”, afirma Kattia Segovia, subdirectora de Administrativos y Profesionales de la Pastoral UC, quien trabajó durante un año preparando esta peregrinación. “Nuestros principales objetivos eran: poder ofrecer esta experiencia de fe, hacer comunidad y forjar liderazgos cristianos que pudieran entregar testimonio en sus distintas unidades a la vuelta”.
El signo de la esperanza estuvo presente en cada paso del camino. En los gestos cotidianos, en la oración compartida y, especialmente, en la convivencia. “Uno de los signos de esperanza más patentes fue el convivir de personas que prácticamente no se conocían entre ellas, y haber podido tener una buena convivencia. Se vio una reconciliación con uno mismo, con la Iglesia, con la fe”, relata.
Muchos asistentes experimentaron una renovación interior. Hubo quienes venían distanciados de la vida eclesial y sintieron un llamado profundo. “Vimos mucha gente muy dada a conocer más, a preguntarse sobre la indulgencia plenaria, a querer limpiar su corazón de las cargas que podía llevar”, explica. Para Kattia, este signo es revelador: “La Iglesia te vuelve a invitar, no importa la edad que tengas, nunca es tarde para reencontrarte con ella”.
Una transformación visible
La peregrinación fue también un camino interior. Kattia recuerda con emoción cómo fue testigo de la transformación que se gestaba en cada peregrino. “Lo que más nos gustó y lo que más nos llegó fue poder ver la transformación del corazón de cada uno. Mientras avanzábamos entre los distintos lugares y templos, iban surgiendo emociones: gente que lloraba, que reía, que se emocionaba”.
Ese cambio no solo se notó en lo personal, sino también en la comunidad que se formó. “Se armó un cariño sincero en la preocupación por el otro. Si alguien estaba enfermo, todos preguntaban cómo se sentía. Se vivió una fraternidad muy concreta”, destaca. Esta comunidad diversa estaba compuesta por personas en diferentes etapas de su camino de fe, y el mensaje llegó a todos por igual: “Había gente muy cercana a la Iglesia y otros muy alejados, pero todos encontraron en esta experiencia un espacio para reconciliarse con Dios”.

Aunque la peregrinación se realizó en el marco del Jubileo de los Trabajadores, y estaba previsto un encuentro con el Papa Francisco que no se concretó debido a su fallecimiento, los participantes vivieron intensamente cada uno de los hitos planeados. “Celebramos la misa en la Basílica de San Pedro, estuvimos justo frente al altar mayor. Fue un regalo, y el padre Jorge pudo concelebrar. A pesar de todo, pudimos vivir todas las experiencias jubilares”, comenta Kattia.
Más allá del cumplimiento de los hitos litúrgicos, lo que realmente marcó esta experiencia fue la huella espiritual que dejó. “Muchos dijeron: ‘mi corazón arde tanto que quiero seguir compartiendo esta felicidad con mis compañeros, con mis hijos, en mi casa’. Las ganas de ser testimonio estaban muy presentes”.
“Fue un caminar físico y emocional. Se notó cómo, a medida que nos acercábamos a Roma, la experiencia iba transformando a cada uno. Más silencio, más oración, más lágrimas”, relata Kattia.
Reafirmar la fe en Dios
Claudia Ulloa, administrativa de Teología UC, comparte cómo vivió su participación en el Jubileo: “Esta experiencia fue una oportunidad para conocer más profundamente mi fe y, sobre todo, para reafirmarla. Estar allá, participando del Jubileo, me hizo darme cuenta de lo alejada que estaba del Señor. Sentí un llamado muy fuerte a reencontrarme con Dios.”

“Entrar en las basílicas, participar en misas tan acogedoras, fue muy emocionante. Especialmente en San Francisco de Asís: no podía parar de llorar. Me vinieron muchos recuerdos de mi infancia, cuando la religión y Dios eran parte fundamental de mi vida. Sentí que, en algún momento, había olvidado todo eso… y este viaje me ayudó a recuperarlo. Comprendí que muchas veces uno atraviesa momentos difíciles porque se aleja de Dios, sin darse cuenta. Volver a acercarme a Él me renovó la esperanza, me dio consuelo, amor y nuevas fuerzas. Incluso en lo laboral, esta experiencia fortaleció mis conocimientos y mi compromiso con el trabajo que hacemos en la Facultad.”
Daniela Espinoza, administrativa de la Biblioteca de Teología UC, fue una de las participantes del viaje jubilar. Agradecida por el apoyo de su equipo y el liderazgo de la jefa de biblioteca, Paola Santander, relata cómo esta experiencia marcó un antes y un después en su vida espiritual: “Fue una renovación con mi fe y eso ha sido súper potente, porque viví momentos muy emocionantes en algunas basílicas donde la emoción fue desbordante. Sentir que Dios está ahí, que está presente, que se manifestara de una forma tan bonita, fue realmente hermoso. Volví con el corazón lleno, con una nueva mirada sobre lo que significa ser Iglesia: comunidad, cercanía y esperanza. Esta experiencia me permitió reencontrarme con Dios desde el cariño, desde el acompañamiento de personas que hicieron que este viaje fuera inolvidable.”

Los administrativos y profesionales que participaron en la peregrinación jubilar, pertenecen a las siguientes unidades: Facultad de Ciencias Sociales, Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas, Facultad de Artes, Facultad de Ciencias Biológicas, Facultad de Comunicaciones, Facultad de Derecho, Facultad de Educación, Facultad de Filosofía, Facultad de Ingeniería, Facultad de Letras, Facultad de Matemáticas, Facultad de Medicina, Facultad de Teología, Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos, Gran Cancillería, Programa College, Prorrectoría, Prorrectoría de Gestión Institucional, Vicerrectoría de Asuntos Internacionales, Vicerrectoría de Comunicaciones, Vicerrectoría Económica y Vicerrectoría de Investigación.